En “La historia de Airbnb”, Leigh Gallagher explora el éxito de la empresa junto con el lado más polémico de su historia: los reguladores que quieren frenar su rápida expansión y los líderes de la industria hotelera que luchan contra la quiebra ocasionada por la plataforma.
Descubrirás la historia del audaz espíritu emprendedor de Chesky, Gebbia y Blecharczyk, y su irrupción en el mercado con su compañía.
Te servirá como inspiración si alguna vez te dijeron que tu idea no iba a funcionar.¡Descubre el maravilloso camino recorrido por los creadores de Airbnb!
En Providence, en un estudio del campus de la Facultad de Diseño de Rhode Island (RISD), se juntaron Brian Chesky, que acababa de graduarse, y Joe Gebbia, quien estaba en el cuarto año de la carrera de diseño gráfico e industrial.Participaron juntos en un proyecto de investigación financiado por la RISD y la corporación Conair. Allí se dieron cuenta del potencial que tenían trabajando juntos. Gebbia convenció a Chesky de mudarse a San Francisco y empezar una compañía juntos. Ajustados por la realidad económica de cada uno, se les ocurrió hacer en su casa un bed-and-breakfast (“cama y desayuno” en castellano) para el congreso de diseño que se avecinaba en el espacio vacío de su departamento.Hicieron esquemas de páginas web, bocetos y modelos para el sitio que anunciaría su concepto. Contrataron a un freelancer para armar un sitio web rudimentario usando sus diseños. Finalmente, lo llamaron AirBed & Breakfast, es decir, Cama de Aire & Desayuno, haciendo alusión a los colchones inflables.Decidieron sumar al equipo a Nathan Blecharczyk, excompañero de la facultad. Luego de un intento fallido para emparejar compañeros de casa afinaron el concepto: sería un recurso para encontrar habitaciones durante los congresos que saturaban los hoteles por todo el país.El compromiso de Blecharczyk mermó muchísimo, y Gebbia y Chesky buscaron un reemplazo. No se rendían y seguían a rajatabla los consejos de Seibel, hoy un consolidado consejero del espíritu emprendedor. Lo llamaron su “dios fundador”.En esa época se cristalizó una visión nueva y mucho más amplia de AirBed & Breakfast: en vez de enfocarse en congresos y conferencias que saturaban los hoteles, sería un sitio web donde reservar una habitación en la casa de alguien fuera tan fácil como reservar en un hotel.Era la misma versión de Airbnb que existe hoy. Pero significaba tener que construir un sistema de pago para hacer las transacciones sin sacar al cliente del sitio; necesitaban un sistema de evaluaciones y un sitio web mucho más sólido. Esto era mucho más ambicioso, justo lo que Blecharczyk necesitaba escuchar.De los siete inversionistas que Seibel había contactado para los incipientes emprendedores casi nadie contestó. Y los que lo hicieron dijeron diferentes versiones de la palabra “no”. Aunque gracias a su persistencia y sus conexiones se aseguraron una aparición en el famoso blog de tecnología TechCrunch, el negocio aún no prosperaba.En 2008, en época de elecciones, decidieron vender cajas de cereales ficticios llamados Obama O’s y Cap’n McCain’s (ediciones para coleccionistas), y así generar publicidad de boca en boca. Recaudaron mucho pero no era lo que ellos querían hacer.Seibel les propuso que se presentaran en Y Combinator, una “cuasifábrica de startups, universidad y firma de capital de riesgo, todo en uno”, como la llamó Fortune.En la actualidad, YC apoya a más de 100 compañías cada temporada; en enero de 2009 AirBed & Breakfast fue una de las 16 aceptadas.
Motivos del éxito Apoyados por YC, buscaron más inversionistas y tuvieron mejor suerte. Instalados en Nueva York, Airbnb se volvió una propuesta sumamente innovadora. Se podía rentar la casa de alguien por una noche, pero también la gente empezó a subir espacios más extravagantes: una casa de árbol, una casa en un bote, un castillo.En especial, los millennials se sintieron atraídos por esta nueva forma de viajar accesible y aventurera; podían quedarse en casas de personas en colonias fuera del turismo convencional y conectar con almas de ideas afines, todo por un costo mucho menor que el de un hotel.Ya desde los primeros años, por ejemplo 2011, Airbnb recaudó 112 millones de patrocinadores, fue valuada por los inversionistas en más de mil millones de dólares y reservó un millón de noches en su plataforma.En los siguientes años, esas cifras quedarían hechas polvo: un millón de reservas se convertirían en 5, 10, 50… y luego 140 millones de “llegadas de huéspedes” al final de 2016.Su valuación saltó de 1 a 10, luego a 25 y después a 30 mil millones de dólares, donde se encuentra al momento de escribir este libro. Pero esta compañía todavía tiene una conciencia baja y poca penetración en el mercado de los alojamientos. Los análisis predicen que será mucho más grande que ahora.Parte de las razones de su éxito fueron económicas: al surgir justo después de la Gran Recesión, ofrecía una forma de ganar dinero para la gente común, a través de sus casas, y una manera mucho más accesible de viajar. A los viajeros les encantó, tanto por los precios como por las experiencias únicas que les brindaba. Los estudios demuestran que aunque mucha gente sigue sin usar Airbnb, cuando lo prueban se vuelven usuarios regulares.Ofreció una experiencia especial y diferente. También dio acceso a diferentes tipos de colonias además de las zonas turísticas tradicionales, de manera que era posible tener una experiencia que se sentía más local.Hospedarse en Airbnb o alojar a alguien en tu casa es un intercambio muy íntimo, aun si la persona que vive ahí no está, él o ella hizo un esfuerzo y preparó una experiencia para ti.Caminar en el espacio privado de alguien, en la esquina de una ciudad a la que por lo general no tendrías acceso, de verdad puede ofrecer un sentimiento, aunque sea ligero, de conectar con otra persona. Si el residente está ahí, estas condiciones son más fuertes.Todo esto llegó en un momento en el que nuestra sociedad se ha vuelto más desconectada que nunca, con cifras récords de gente que vive sola, que pasa más tiempo aislada en su auto, dispersa en casas suburbanas, perdida en su trabajo o simplemente deambulando con la cabeza gacha y los audífonos puestos.Airbnb tiene un dicho para lo que ofrece: “Pertenecer a cualquier lugar”. Esta frase es la misión de la compañía y la defiende de manera incansable. Dice que su plataforma permite una experiencia “transformadora” llamada el “viaje de transformación para pertenecer a cualquier lugar”.
Algunos problemas En muchas ciudades y distritos alrededor del mundo es ilegal la actividad fundamental de Airbnb. La batalla ha reunido una extraña coalición de políticos liberales, grupos de presión inmobiliarios, sindicatos de trabajadores y la industria hotelera, donde cualquier mención de Airbnb se ha vuelto un tercer riel.Mientras tanto, en muchas ciudades, asociaciones de condominios y residentes han protestado por el desfile de visitantes transitorios que Airbnb ha creado en sus edificios y los cambios que han llevado a sus colonias.Entre otras cosas, estos opositores dicen que Airbnb está llena de operadores profesionales de bienes raíces que acumulan unidades de vivienda para rentarlas completas en Airbnb. Afirman que esto mantiene las casas fuera del mercado y empeora la crisis de vivienda accesible en muchos lugares.En un puñado de ciudades, incluyendo Nueva York y San Francisco, están legislando para frenar el crecimiento de la compañía. Mientras más grande se vuelve Airbnb, más fuerte y ruda es la batalla.A lo largo de los años, la empresa también ha lidiado con todas las consecuencias involuntarias que puede acarrear reunir extraños, incluyendo saqueos, ataques y falta de responsabilidad por parte de los anfitriones que han guiado a trágicos accidentes del peor tipo posible.En años recientes, la compañía tuvo que enfrentar otro mal en su sitio: la presencia de discriminación racial y de otros tipos en su plataforma.Antes, la mayoría de las empresas que alquilaban hogares se enfocaban en segundas casas, alojamientos o resorts en destinos tradicionales para vacacionar. Airbnb propone una mayoría de alojamientos como estudio o departamento de una o dos habitaciones; por eso es tan atractivo para los viajeros y tan amenazante para las compañías hoteleras. Airbnb fue urbano, fácil y millennial, se convirtió demasiado rápido en una empresa madura con altas valuaciones, grandes expectativas y enormes problemas.
Presente El número de empleados creció poco a poco, y para el verano de 2010 había más o menos 25 personas trabajando en el departamento de la calle Rausch. El modelo de negocios de la compañía es muy parecido al de eBay: conecta a compradores y vendedores y se lleva una comisión, conocida como “tarifa de servicio”, que en el sitio se describe con amabilidad como “cargo para que las reservaciones ayuden a que Airbnb funcione bien y ofrezca servicio al cliente 24/7”.El negocio fundamental es movilizar un efecto de red: mientras más gente se registra en Airbnb, más atractiva se vuelve la plataforma para cualquiera que quiera viajar porque hay más opciones, y entre más personas viajan, más atractivo resulta registrarse ya que hay más clientes.Lo nuevo y lo que hizo Airbnb de manera específica fue tirar las barreras y construir una plataforma fácil, amigable, accesible, que invitaba a todo el mundo.La compañía invirtió en servicios de fotografía profesional para asegurarse de que sus espacios se vieran exuberantes y acogedores, y la búsqueda, los mensajes y los pagos fueran independientes, sin interrupciones ni desacuerdos.
La lección: no rendirse A diferencia de otras empresas que crecieron de tamaño solo para que el equipo fundador se separara, los tres líderes de Airbnb siguen juntos, al frente del cohete espacial que construyeron.La evolución fue más impresionante en Chesky, el CEO de la compañía que ahora tiene 35 años. No solo le faltaban los conocimientos de negocios, sino las habilidades tecnológicas para construir cualquier cosa más allá de un sitio web básico. Gebbia, también de 35, es un disruptor del diseño con ideas audaces que ha mostrado madera de empresario desde la infancia. Blecharczyk, de 33, es un talentoso ingeniero que generó un millón de dólares construyendo y vendiendo software en internet mientras estaba en preparatoria y, sin ayuda de nadie, construyó la columna vertebral y la infraestructura responsable de mucho del éxito de Airbnb. Chesky escala como el líder de la compañía, y tanto Gebbia como Blecharczyk han forjado sus respectivos caminos y se establecieron en puestos de liderazgo que se ajustan a sus fortalezas. Al momento de publicarse este libro, Airbnb (la compañía) son alrededor de 2500 personas, la mayoría en San Francisco. Airbnb (el movimiento) son millones de personas en todo el mundo.Los opositores a Airbnb no han hecho más que aumentar. Cuando la autora habló con varios grupos involucrados en los esfuerzos de oposición, le dijeron que creían que Airbnb sigue encubriendo las cifras reales de propiedades dedicadas a la renta y los llamados hoteles ilegales en su sitio. Airbnb sigue diciendo que la información divulgada es falsa, que no quiere tener vínculos con ese negocio y que hace todo lo posible para detenerlo.Para Gallagher, por donde se vea, Airbnb nunca debió suceder. Sostiene que eran tres hombres que tuvieron una idea de negocio por accidente mientras buscaban otra cosa con la esperanza de que fuera un éxito. Tenían poca experiencia de mercados y eran autodidactas. Hicieron cosas que, de acuerdo con los estándares convencionales, resultaban contraintuitivas: en lugar de concentrarse en que su negocio creciera tan rápido como pudiera en los inicios, dedicaron toda su atención y sus recursos a un pequeño grupo de usuarios a cinco mil kilómetros de distancia. Convirtieron algo que parecía inusual y extraño, y cargado de todo tipo de riesgos, en algo que no solo fue aceptable, sino que se volvió viral. Una combinación extraña de habilidades les permitió superar obstáculos enormes y conquistar problemas que tal vez serían demasiado complejos para otro trío: crear una plataforma global de pagos, construir una metodología de búsqueda y emparejamiento, diseñar sistemas que, si no eliminan el riesgo, al menos albergan toda la seguridad posible. La idea estrafalaria acompañada de un sitio simple, rápido, amigable y fácil de navegar pronto encontró una audiencia ávida. Y luego tomaron todo esto y lo escalaron. Cometieron muchos errores en el camino y en pocos años aprendieron las lecciones de toda una vida. Chesky, Gebbia y Blecharczyk son muy conscientes de que les sucedió algo contra todo pronóstico. “No éramos visionarios. Éramos chicos comunes. Y esta no era una idea tan loca”, asegura Chesky a la autora.
Pero también es cierto que no cualquier trío de hombres comunes y corrientes habría logrado lo que ellos lograron. “Teníamos instintos y valentía”, indica Chesky.
También cree que una de sus mayores fortalezas fue precisamente lo poco que sabían. “Creo que si hubiéramos tenido más idea es probable que no lo intentáramos. Porque, en retrospectiva, todo tenía que encajar. Fue como una extraña oportunidad en un millón. Y si viviéramos otras mil vidas, sería difícil imaginar que todo se ajustara otra vez de la misma manera”
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